domingo, 13 de marzo de 2016

Transitar la realidad

Tome la realidad con calma y disuélvala cada mañana en la taza de café. Escuche o vea las noticias mientras va sorbiendo de a poco cada dosis de enfermedades, asesinatos, corrupción, dolor y miseria que desbordan en la humanidad. No se deje intimidar, si para este punto tiene algún síntoma de tristeza, agregue dos cucharaditas de azúcar más al café e inicie su día con el pie derecho haciendo ejercicios de gesticulación frente al espejo. Ponga especial cuidado en elevar las comisuras de forma adecuada para que, durante el día, todas sus sonrisas parezcan genuinas.

Peregrine a través del tránsito.

Ignore a todos aquellos que, por pereza o desdicha, aún no leen esta receta y vagan por las calles con un semblante marchito. Encuentre en las luces de los autos, los sonidos de las bocinas o el humo de los autos, la verdad más universal de todas: usted no está solo. Acompañado de esta idea llegue al trabajo con la certeza de que todos sus logros no serán reconocidos. Aún así esfuércese en saludar al jefe con goce, cumpla sus deberes con puntualidad y aplauda los logros de sus semejantes con palma batiente.

No se esfuerce demasiado, puesto que su buena voluntad en discurrir por la realidad puede confundirse con zalamería. Comprométase, recuerde que todo este esfuerzo es para poder circular por la realidad. Es probable que para el final de la tarde usted se encuentre exhausto. Recuerde, ha leído con anterioridad esta receta y sabe bien como escabullirse en la realidad, por tanto, nada, ni siquiera esa deuda infinita de la tarjeta de crédito, la fila sin mesura del banco, la torpeza de los conductores de motocicleta o la displicencia del hombre de la cafetería podrán afectarle.

Al llegar a casa recuerde poner todo en orden.

Guarde los platos, limpie las estancias, lave la ropa y acomode todo en su lugar, esté preparado para recibir la realidad a dosis plenas. Se preguntará usted ahora si todo lo que ha vivido hasta el momento no es parte de su existencia. No lo dude ni por un instante. Todo este escenario complejo que se acomoda para usted día a día le permite llegar a este momento en el cual se hace patente la esencia de la verdad misma. Si escucha llegar a su pareja bésele con ternura, más no se deje engañar por esta dosis de amor, la autenticidad misma de su ser no se encuentra en los brazos de otro ser humano, tan falible como usted.

Caliente un poco de agua y preparé café de nuevo, siéntese en un lugar cómodo y tome el objeto del su preferencia con el que las letras puedan alcanzar sus manos o su vista.

Sea libro, libreta o computador, aférrese a cada verbo como si de su respiración se tratara. Fluya a través de las palabras con la naturalidad de un pez.

Disfrute. Déjese llevar por el aroma complejo de una historia bien narrada o por esa musa imprudente que lo incita a teclear constantemente. Si el sueño o el miedo lo atacan, no se deje vencer. En cada letra se oculta la naturaleza misma de la vida, por cada adjetivo hay un latido y en cada sustantivo se esconde un impulso nervioso. Cada oración contiene el secreto de la resistencia humana y cada párrafo modera al tiempo.

Comprenda en este instante que la realidad, esa de la que hablamos al inicio, esta en este momento en sus manos, sujeta por completo a su voluntad.

Admire el instante en que usted se vuelve único dueño y creador de este universo maravilloso, latiente y vivo entre sus dedos.

Vea, entonces a la realidad a los ojos: usted es creador, es dueño, el único escritor de su destino. Vaya a dormir y repita nuevamente cada día, al final habrá escrito la historia más perfecta de todas: una nueva vida.

Mariana Nuñez G.

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